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PicoPao
Pico Pao es un taller artesano con una larga historia que da sus primeros pasos en 1979 en Lubián, un pequeño pueblo anidado en las montañas en los márgenes con Portugal. En el condado vecino portugués de Tras os Montes («Tras las Montañas») el pájaro carpintero es conocido como Pico Pao («Pico de Palo»). La canción de este bello pájaro verde, que evoca el relinchar de los caballos, alterna con el sonido de su picar en los árboles mientras resuena por el valle, mezclándose con los martillos de los carpinteros al trabajar en los techos de madera de las casas del pueblo. La antigua vivienda donde el taller originó ofrece una vista del valle, con briznas de humo elevándose desde las chimeneas y donde de vez en cuando un Pico Pao puede verse volando grácilmente hacia los bosques de castaños.
Tiempo atrás, una mujer vivió en esa misma casa con sus seis hijos. La pobreza que marcó la infancia de esos niños, junto con el ingenio y la laboriosidad que les permitió hacer uso de cualquier material que se encontrasen, resultó en algunos de los mejores, más deseados juguetes que un niño pudiera desear. Este pequeño taller en Lubián surge de la admiración de la ingeniosidad de los pueblos de las montañas. Allí se realizaron las primeras réplicas en madera de juguetes antiguos, junto con reproducciones de cámaras minuteras y copias de telares tradicionales.
Con el paso de los años, la atención de Javier Bermejo se centró en una colección de juguetes con un importante pasado, Juegos de la Antigüedad, de los cuales libro a cientos -tanto de origen Europeo como Africano- del olvido.
Ahora, la sede de Pico Pao está situada en Zamora y mantiene la tradición del viejo taller de Lubián. En estos momentos, centra su actividad en la producción y edición de juegos originales. Así nace la colección Ludus Ludi, notable por su ausencia de reglas. Precisamente, estos juegos pueden entenderse como materiales para la experimentación poética, para la estimulación del pensamiento abstracto, la interpretación del descubrimiento fortuito y para el disfrute de los sentidos a través del contacto directo con objetos artísticos.
Los juegos permiten a todos los jugadores examinar la naturaleza del lenguaje del arte y observar las maneras en que el azar, la intuición, la curiosidad y el atrevimiento pueden llevarnos a experiencias gratificantes, inesperadas e incluso inquietantes, pudiendo llegar a revelar verdades íntimas sobre nosotros de las cuales no teníamos constancia.
Los artesanos en el viejo taller tenían la sensación de encontrarse más cerca de la esencia del juego, en cada sentido, y de que el espíritu de ese pájaro carpintero que les acompañó en el pasado vive en su trabajo.